El Grupo ASER dedica sus «12 Causas» de abril al correcto cuidado y mantenimiento de los sistemas de termocontrol, es decir, a la climatización y/o «gestión térmica» del vehículo. Recordamos que, para el desarrollo de esta campaña comunicativa sobre el mantenimiento responsable del automóvil, la empresa cuenta con la colaboración de ‘Elige calidad, elige confianza’, iniciativa formada por una veintena de acreditados proveedores de piezas que fomenta en la posventa del uso de recambios de calidad.
Se puede hablar de la refrigeración del motor, del aire acondicionado, de la climatización, del habitáculo… pero lo más correcto es hablar de los sistemas de termocontrol. Este concepto significa contar con una temperatura óptima del motor en cualquier situación de funcionamiento, así como calentar o enfriar el habitáculo del vehículo cuando sea necesario.
Un sistema de termocontrol moderno se compone básicamente de tres grupos funcionales: productos de refrigeración, de climatización y de ventilación. Normalmente, los tres forman una sola unidad ya que ejercen entre si una influencia mutua, es decir, el funcionamiento de cada uno de ellos influye directamente en el de los demás.
Aire acondicionado y climatización
Proporcionar en cualquier estación del año una temperatura y ventilación agradable y sin corrientes dentro del habitáculo, manteniendo una alta calidad del aire y un confort acústico, es la función del sistema de aire acondicionado. Cada vez es más frecuente hablar de sistemas de climatización en lugar del clásico «aire acondicionado» por la evolución tecnológica que han tenido estos sistemas. En la actualidad, el conductor selecciona la temperatura que desea y es la unidad de mando la que gestiona el sistema de climatización y ventilación mediante un sofisticado sistema de sensores y actuadores para conseguir que el habitáculo se encuentre a la temperatura deseada.
Aunque el aire acondicionado o climatizador se asocia a un sistema de confort, en realidad tiene un papel determinante en la seguridad. Y es que el incremento de la temperatura dentro del habitáculo afecta a factores que reducen la seguridad en la conducción: aumenta la sensación de cansancio, reduce la capacidad de concentración, aumenta el tiempo de reacción y aumenta el riesgo de sufrir un accidente.
Su revisión periódica es la mejor y más inteligente manera de ahorrar (evitando averías), además de que permite disfrutar de un elevado confort de marcha, mayor seguridad y mayor economía. El mantenimiento preventivo es la mejor manera de evitar costosas «sorpresas» que suelen ser: pérdida de gas refrigerante (suele ser el principal motivo de fallo en el aire acondicionado) y de aceite, daños en el compresor, malos olores y/o picor de ojos, empañamiento de los cristales, e incluso un fallo general del sistema de climatización.
Al respecto de este sistema, las recomendaciones de ‘ECEC’ son:
- Revisión cada dos años para prevenir averías y alargar su vida útil. Con ello también se previene la pérdida de refrigerante, protegiendo el medio ambiente.
- Sustituir el filtro de habitáculo cada 15.000 kilómetros o, por lo menos, una vez al año.
- Acudir siempre a un taller de confianza ya que la nueva legislación obliga a los mecánicos a su especialización para su manipulación.
Líquido refrigerante
El refrigerante (o líquido de refrigeración) es un líquido que circula por el circuito de refrigeración del vehículo. Tiene dos funciones principales: ayudar a evitar el sobrecalentamiento del motor y evitar la corrosión favoreciendo el engrase de elementos como la bomba de agua. Debe ser capaz de controlar la temperatura de las diversas partes del motor en todas las condiciones climáticas.
Este fluido también se llama «anticongelante» y por ello es fácil caer en el error de relacionarlo con las temperaturas frías, pensando que su mantenimiento en verano no es necesario. Cuando se habla de anticongelante es porque también tiene componentes que evitan su congelación, pero esencialmente se trata de un fluido que refrigera el motor.
Si sólo se utilizase agua, este líquido se congelaría a 0ºC, entraría en ebullición a 100ºC (si se encontrase a presión atmosférica) y no evitaría problemas como la corrosión de las partes del circuito. También existen los llamados «anticongelantes simples», que incorporan alcoholes y glicerinas que evitan la congelación pero no otros problemas. Ninguno de ellos protege al motor como un líquido de refrigeración de calidad, el cual debe contener: etilenglicol con agua desmineralizada y desionizada, aditivos inhibidores de corrosión, antiespumantes y colorantes para detección de fugas.
A la hora de escoger líquido refrigerante, es importante elegir la tecnología adecuada según el fabricante (inorgánico, orgánico o semiorgánico), así como su porcentaje de monoetilenglicol (se mezcla en el refrigerante en un porcentaje que va desde el 10% hasta el 50%, siendo recomendados los de 40-50%). Este componente de nombre impronunciable da al refrigerante su capacidad anticongelante, pero sobre todo le aumenta su temperatura de ebullición para que el motor pueda trabajar a temperaturas superiores a los 100ºC.
No cambiar el refrigerante motor a tiempo llevará a la oxidación interna del radiador, de las camisas y de las líneas de refrigeración de la culata, pudiendo ocasionar serios problemas de refrigeración del motor y en último lugar a la rotura de alguno de los componentes del circuito.
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