«¿Estar en las nubes o estar en la nube?»


Juan Ramón Cervantes director general de Isi Condal

Estar en las nubes en sentido metafórico quiere decir estar distraído, no atento a lo que se está haciendo o pensando en alguna otra cosa. Estar en la nube es algo totalmente distinto y se aplica al procesamiento y almacenamiento masivo de datos en servidores accesibles de forma online. Es increíble cómo una «s» de más o de menos puede cambiarlo todo. En este caso, menos es más y gana por goleada «estar en la nube».

Garantía de acceso y seguridad

La nube ha entrado de forma imparable en la estrategia tecnológica de las empresas, y esta tendencia se ha acelerado aún más por la expansión de la pandemia. Hay dos aspectos que llevan a las compañías a situar sus programas y sus datos en la nube, que a continuación explico.

Por una parte, garantizar el acceso a software y datos desde cualquier lugar con conexión a internet. Esto es esencial por el auge del teletrabajo. En este sentido, yo creo que, si bien es cierto que cuando la «cosa» afloje también el personal se incorporará presencialmente de forma mayoritaria, haber descubierto que podemos teletrabajar será para las empresas en el futuro una herramienta para conciliar vida laboral y familiar asegurando al mismo tiempo la productividad.

Por otra parte, está la seguridad, la que yo creo que es a día de hoy y con diferencia la mayor preocupación que lleva o debería llevar a las empresas a instalar en la nube su software y sus datos. En nuestro país, el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) prestó apoyo a un total de 133.155 incidentes de ciberseguridad a lo largo del 2020. De esos incidentes, el mayor porcentaje (35,22%) correspondía a malware, es decir, la instalación de cualquier programa o código malicioso dañino para los sistemas y que tiene nefastas consecuencias como la encriptación de la base de datos con pérdida total de la información la mayor parte de las veces.

Ojo, los datos que he dado corresponden a incidentes comunicados a un organismo oficial y en consecuencia pueden ser considerados sólo como la punta del iceberg. Noticias como la reciente paralización del servicio del SEPE por un ciberataque, deberían hacernos pensar que ninguna empresa está libre de esta amenaza y, en consecuencia, convencernos de la necesidad de instalar nuestros datos en la nube para poder protegerlos y restaurarlos en caso de ciberataques. Pensar que esto no nos va a pasar en nuestra empresa sí que es verdaderamente estar en las nubes.

Escalabilidad y ahorro

Las instalaciones de software en la nube son escalables, es decir, pueden ajustarse con agilidad y en todo momento a las necesidades de cualquier empresa en materia de rendimiento y almacenamiento. Si estas necesidades aumentan porque aumenta el volumen de negocio, la ampliación se lleva a cabo tan rápido como sea necesario, sin las limitaciones de las instalaciones en servidores físicos y sin perder calidad en el servicio.

Por último, quiero destacar que mantener correctamente servidores físicos (y más si estos servidores son propios) es caro, porque entran ahí los costes de infraestructura y los del equipo de informática, que tiene que dedicar al mantenimiento de los servidores una parte de su tiempo. Por el contrario, si el software está instalado en la nube, es el proveedor el que se encarga totalmente del mantenimiento de la infraestructura y el equipo informático propio puede dedicarse a otras tareas. Resultado de estar en la nube: ahorro de costes.

Un deseo

Me gustaría no tener que escuchar más que a una empresa del sector, ya sea cliente o no, se le ha encriptado la base de datos. Espero haberos convencido de las ventajas de instalar en la nube vuestros programas de gestión y vuestros datos. Si necesitáis más información sobre este tema, podéis contactar conmigo enviándome un correo a juanra@isicondal.es y buscamos un hueco para charlar.

 

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