La reducción de siniestros por la conducción autónoma propiciará un taller digitalizado donde el vehículo se convertirá en el principal cliente. Según AMC, habrá hasta un 38% menos de ingresos como consecuencia del coche eléctrico frente al diésel o gasolina, y hasta un 70% menos de siniestros debido a la conducción autónoma.
Solera, empresa experta en inteligencia del automóvil y que participó en el II Observatorio de la Posventa Oficial de Faconauto durante la feria Motortec, destaca que la evolución tecnológica del coche, unida a los cambios en las motorizaciones hacia alternativas sostenibles, provocarán una caída del negocio tradicional de los talleres que les obligará a una adaptación hacia la actualización de software del coche.
Así, desde Solera se advierte que cualquier adaptación del negocio en paralelo a la evolución tecnológica del vehículo debe pasar previamente por la digitalización del taller, que ahora sólo es una realidad en dos de cada diez negocios. Esta necesidad surge porque en el futuro el taller estará conectado al coche, por lo que si no incorpora la tecnología no podrá acceder a sus clientes.
No obstante, los nuevos desarrollos del coche propiciarán que surjan nuevos negocios. Así, la electrificación del parque provocará que aparezcan autocentros de cambios de batería. Esta operación, que de media se hará cada diez años y que implica un 86% menos de mano de obra, conducirá a negocios más pequeños para reparar o regenerar este elemento del vehículo sin el que no es posible circular. Ahora bien, si la batería se abarata, los talleres se convertirían en meros «centros de sustitución» ya que el precio actual (más de 11.000 euros) no compensa la reparación.
La posventa también deberá reorientar su estrategia de cliente en el centro a vehículo en el centro y, en lugar de focalizar sus servicios en el usuario, tendrá que hacerlo en las necesidades del vehículo, siendo éste el verdadero cliente del taller.
José Luis Gata, responsable de Mercado Posventa de Solera, explicó que «estamos ante un consumidor más exigente, inconformista e informado. Son hipersensibles al precio, lo comparan todo y comparten y opinan sobre sus experiencias, sobre todo ante un mal servicio». Por eso, si bien el taller tendrá que centrar su estrategia en el coche, no puede olvidar que detrás hay un conductor que demanda transparencia, eficiencia y fiabilidad, amén de ser parte del proceso y vivir una experiencia.
El conductor aceptará los cambios en el software de su vehículo, o estará en su derecho de no hacerlo, de la misma manera que hoy en día los usuarios aceptan las actualizaciones de su móvil. Esto no quiere decir que la persona pase a un segundo plano, sino que una de las innovaciones tecnológicas del taller pasa por incorporar al cliente final al proceso, de modo que pueda seguir el estatus de la estancia del vehículo en el taller y puntuar el estado de la valoración, actuando así como prescriptor ante otros posibles clientes.
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