El pasado viernes, 1 de septiembre, entraron en vigor las nuevas pruebas de emisiones que los fabricantes de automóviles deberán superar en la Unión Europea para que sus vehículos logren la homologación en el viejo continente. Una homologación que ahora pretende adaptarse al uso real de los vehículos en circulación y alejarse de las irreales cifras dadas por los análisis de laboratorio.
Hasta aquí, todo bien. ¿Cuál es el problema? Pues que el endurecimiento de los límites contaminantes permitidos llega con trampa, según informa ‘Crónica Global’. Una trampa que atendería al concepto de «factor de conformidad».
Factor de conformidad
Según el medio digital, Bruselas entiende que las mediciones de contaminación en circulación real implican una serie de variaciones (altitud, carga, número de pasajeros o clima, entre otras) que amplían el abanico de resultados y hacen que los miligramos de partículas detectados un día puedan ser distintos a los del día siguiente, dependiendo de esta variabilidad que el vehículo pase o no la prueba.
Por ello, y buscando el cumplimiento promedio del límite de emisiones, se ha pactado con los Estados miembro que los vehículos fabricados a partir de ahora podrán superar hasta un máximo de 2,1 veces la emisiones de óxido de nitrógeno (NOx) máximas fijadas por la norma EURO 6 para los vehículos diésel.
«Favor» a los fabricantes
En otras palabras, se trata de una prerrogativa que permitirá llegar a un máximo de 168 miligramos/km en las pruebas de emisiones, en lugar de los 80 miligramos/km que deberían cumplir como máximo los nuevos modelos presentados a partir de este septiembre, y que será una cifra de obligado cumplimiento para todos los vehículos en circulación a partir de septiembre de 2019. Con dicha prerrogativa, la mejora en términos de contaminación respecto a la anterior norma EURO 5 (180 miligramos/km) resulta ínfima, casi imperceptible.
La información de ‘Cronica Global’ recoge que Bruselas admite que esta flexibilidad con los fabricantes se reducirá en los próximos años, queriendo rebajar la cifra hasta permitir un máximo de 1,5 veces (120 miligramos/km) para 2020.
Además, el factor de conformidad será revisable cada 12 meses para poder implementar cualquier mejora tecnológica que permita llegar antes al objetivo deseado en términos de respeto al medio ambiente.
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