Desde Robert Bosch España nos llegan una serie de recomendaciones sobre el cuidado de los filtros de nuestro vehículo
Se deben cambiar antes de que empiece la temporada de polen
– Buena inversión para la prevención de problemas de salud
– Los filtros que ya están llenos de materias nocivas no hacen efecto
– Los filtros de carbón activo protegen, además, de gases nocivos
La mayor parte de los vehículos modernos están equipados actualmente con un filtro para el interior del habitáculo que filtra las materias dañinas del aire aspirado: los gases de escape de coches que circulan por delante, partículas finas y hollín de diesel, pero el filtro retiene también polen y bacterias, ozono y óxido de nitrógeno. Pero la capacidad de retención de un filtro interior está limitada y el filtro pierde sus efectos positivos a partir del momento en el que ya ha alcanzado una saturación determinada. En esos casos aumenta rápidamente la concentración de materias nocivas en la cabina del vehículo, especialmente cuando se circula por las ciudades. Sobre todo las personas con alergias y los niños sufren esta concentración. Los expertos de Bosch recomiendan por eso que lleven el coche al taller para que le cambien ahora el filtro interior de la cabina.
La primavera es temporada de alergias
El momento óptimo para el cambio del filtro es el inicio de la primavera. Porque, por un lado, el filtro interior retiene muchas partículas durante el otoño y el invierno que forman el cultivo ideal para moho y bacterias y, por otro lado, es bueno cambiar el filtro antes de que empiece la temporada del polen. Porque los filtros interiores retienen el polen eficazmente y las personas con alergias pueden estar más tranquilos y seguros – sin que les lloren los ojos o sufran ataques de estornudos mientras conducen.
Una superficie muy grande contra las partículas dañinas más pequeñas.
Aún más protección de la salud ofrecen los filtros con carbón activo, porque ellos retienen también gases dañinos como óxido de nitrógeno y ozono. El carbón activo se obtiene de la cáscara de coco que se carboniza con vapor de agua a una temperatura de 900 grados. La estructura esponjosa del carbón activo forma una superficie interior muy grande, por ejemplo, una cucharada de carbón activo corresponde a la superficie de un campo de fútbol. Esa estructura esponjosa retiene incluso las partículas más pequeñas que miden 500 veces menos que el diámetro de un cabello humano.
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