El cuidado del medio ambiente nos impone la obligación de adaptar los equipamientos y las piezas de repuesto. Entre ellos destacan los filtros de combustible. Esta evolución se debe fundamentalmente a la creciente incorporación de biocombustible, impuesta por la Unión Europea.
Es impensable llegar a pensar que los coches actuales son iguales a los del pasado. Sin considerar los mantenimientos y el rendimiento, hay un aspecto que, aunque no pueda ser desligado de estos, marca una enorme diferencia entre un coche moderno y uno antiguo: el nivel de contaminación emitido por cada uno de ellos. En los últimos 20 años los medios de transporte han pasado a ser mucho más «limpios» ya que están obligados a respetar las imposiciones legales, cada vez más estrictas, con respecto al nivel de los gases de escape emitidos.
Los propulsores de combustión aún continúan evolucionando gracias al perfeccionamiento de los componentes en general, y en especial de los sistemas de alimentación e inyección de combustible, sin olvidar la creciente incorporación de dispositivos de tratamiento de los gases de escape, como catalizadores y filtros de partículas. No debemos olvidar que el nivel de contaminación de los gases de escape de un coche está relacionado con el combustible que repostamos. Es evidente, que hablamos de los combustibles cuya calidad y composición repercute en la contaminación ambiental producida por los coches, y cuya pureza al llegar a la cámara de combustión, depende totalmente de los filtros. Siempre ha sido así, pero desde ahora en adelante, los filtros desempeñarán un papel crucial en la protección del motor, frente a la creciente incorporación de biocombustible en el gasóleo y en la gasolina, propulsada por la legislación europea.
Cabe aclarar que también que los combustibles han sufrido una enorme evolución y que actualmente contienen menos impurezas que en el pasado, además de incorporar aditivos que ayudan a mejorar la combustión y a conservar el motor en buen estado. Sin embargo, no podemos afirmar que estén realmente libres de cualquier impureza, ya que las normas relativas a la calidad de combustible no fueron actualizadas con el mismo rigor que se aplicó en relación a los gases de escape. El uso de combustible de mala calidad o con impurezas puede dañar enormemente los modernos sistemas de inyección, los cuales, de acuerdo a las crecientes exigencias ambientales y de rendimiento, alcanzaron un gran nivel de sofisticación y de precisión de funcionamiento, lo que equivale a mayor sensibilidad a la exposición a daños de esta índole. A las exigencias ambientales en materia de gases contaminantes, se agregan las directivas europeas que imponen la creciente incorporación de biocombustible en la composición del gasóleo y de la gasolina, utilizados en los coches.
Esto quiere decir, que para favorecer la mayor diversidad de las fuentes de energía y la difusión de las energías renovables, los legisladores europeos han lanzado un programa para la incorporación progresiva de biodiésel en el gasóleo y de bioetanol en la gasolina, previendo que este tendencia crezca gradualmente hasta el 10% en el 2020, siendo en la actualidad el 5-6%.
NUEVA GENERACIÓN DE FILTROS
Además de las ventajas ambientales que esta tendencia pueda aportar, hay que tener en cuenta los riesgos que significa la incorporación del 7% de biodiésel en el gasóleo y del 10% de bioetanol en la gasolina, cuya presencia puede implicar distintos efectos colaterales, principalmente por la mayor tendencia a incluir agua y la posibilidad de formación de bacterias y mohos. En este último aspecto, es relevante la eliminación del azufre, lo que significa una ventaja para la protección ambiental y un importante elemento para combatir la contaminación biológica. Para responder a este nuevo panorama de exigencias, los fabricantes de combustible están desarrollando nuevos productos.
Es el caso del Grupo UFI Filters, líder mundial en la fabricación de sistemas de filtrado, con una
producción anual de aproximadamente 60 millones de unidades. Los investigadores de UFI
sostienen que, para poder separar una mayor cantidad de agua y controlar la acidez provocada por los componentes biológicos, será necesario abandonar el tradicional cartucho de cartón del
elemento filtrante, en favor de un polímero, y aplicar también micro-fibras y nanotecnología muy sofisticadas. En definitiva, se trata de un cambio radical en la industria de los filtros, tanto a nivel industrial como tecnológico.
Paralelamente a los filtros de gasóleo, será necesario intervenir también en los filtros de los motores de gasolina, para ubicarlos en lugares más accesibles, visto que su duración será más corta que la actual, obligando a operaciones de sustitución más frecuentes. Finalmente, la evolución abarcará también los filtros de aire, visto que en este caso la causa no residirá en las alteraciones en la composición de los combustibles, pero sí en el inevitable perfeccionamiento de los motores para adaptarse a los requerimientos de las normas sobre la contaminación Euro 6 y, en el 2020 a la Euro 7, que exigirá mayor rigor en la generación de la mezcla aire-combustible, para obtener filtros que permitan el libre flujo de aire, sin restricciones ni turbulencias perjudiciales.
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