Antes de nada, ¿a quién estamos entrevistando? ¿Quién es José Maria Alonso?
Mi nombre es José Maria Alonso, soy jefe de Recambios en Grup T Automoció y próximamente me retiraré de la empresa tras 47 años en ella. Me acuerdo perfectamente de mi primer día porque fue el día que nació mi sobrina. En aquella época éramos una empresa aún pequeña, su nombre no era el actual sino Turicar y me contrató el señor Muñoz, padre del actual CEO, Vicenç Muñoz. Aún estuvimos a tiempo de vender el mítico Simca 1000, no existía internet y los ficheros eran de hojas, los albaranes se hacían a mano y por triplicado… Eran, en definitiva, otros tiempos. Puedo incluso decir que mi entrada en Grup T coincidió con el inicio del mercado de recambio libre del automóvil. Para entender cómo han cambiado las cosas, basta con mencionar que antes los aceites de motor se limitaban a dos variantes, una para motores de gasolina y otra para los de diésel.
¿Cómo ha sido tu evolución dentro de la compañía?
Pienso que he crecido como profesional de la posventa al mismo ritmo que Turicar evolucionó como empresa, sumando nuevos y mejores concesionarios, hasta convertirse en la actual Grup T. Entré en la compañía con apenas 16 años y por entonces todo el trabajo se hacía de forma manual, también el vinculado a la venta de recambios. Trabajábamos y lo hacíamos mucho, pero el ambiente era muy familiar (al actual gerente de Grup T le conozco cuando ya desde muy pequeño pasaba algunos días de verano en la empresa de su padre) y eso siempre me ayudó. He conocido a la familia Muñoz toda mi vida y desde aquí quiero mostrarle mi agradecimiento, como también a todos los compañeros con los que he tenido la suerte de trabajar.
¿Ha influido ese ambiente familiar a la hora de desarrollarte profesionalmente?
En cierto modo, tenía una visión de la empresa como si fuese mía. Si podía ahorrar o sacar un duro de más, lo intentaba, y me he esforzado y he trabajado como si fuese mi propia empresa. Si me pedían hacer 10 intentaba hacer 12, y si llegábamos a los 12 aspiraba a más. Siempre he trabajado muchísimo, no he sabido hacerlo de otra manera, y siempre he mirado por el bien de mis trabajadores y de la empresa, con el enfoque de que lo mejor para unos también debía serlo para el resto.
¿En qué momento se hizo José Maria Alonso «adulto» dentro del grupo? ¿Qué situación marcó un punto de inflexión en tu carrera?
Seguramente fue cuando la empresa abrió un nuevo concesionario de vehículos Alfa Romeo en L’Hospitalet de Llobregat (Barcelona) y me hicieron responsable de este. Ahí afloró por primera vez mi capacidad para las ventas y para relacionarme con clientes, algo que llevaba dentro pero que aún no había tenido la ocasión de demostrar. Tenía ganas de devolver toda la confianza que se había depositado en mí, y en seis meses nos disparamos.
Este concesionario lo tenía el señor Muñoz con otro socio y, cuando se separaron, tuve claro que quería seguir a su lado. Fue entonces cuando empecé en otro concesionario del grupo dedicado a la marca también italiana Fiat en Sant Boi de Llobregat (Barcelona). Por aquel entonces, todas las ventas de recambio Fiat eran venta propia y no se vendían al taller independiente; al primer mes de aterrizar en Fiat, logramos vender 500.000 pesetas de la época a esos talleres. Ahí empezó una evolución que, junto a otros magníficos compañeros de viaje, me han llevado hasta el presente.
Nos hablas de una realidad muy distinta a la actual, donde los concesionarios están muy acostumbrados a vender recambios a los talleres independientes de su alrededor. ¿Podemos decir que fuiste uno de los pioneros?
Pionero o marciano, podemos llamarlo de ambas formas. En Fiat, por ejemplo, fui uno de los primeros que empezó a vender recambios no sólo al canal externo, sino también a nivel de toda España. Algunos no entendieron que no me limitase al ámbito geográfico de mi empresa y hasta me tildaron de «raro», pero tener esa iniciativa nos llevó al éxito y muchos aún hoy recuerdan esa dosis de innovación que aportamos al sector.
También fuimos nosotros los que tomamos la iniciativa de proponer asociaciones para unir fuerzas con otros concesionarios. Son cosas que ahora se ven como normales pero que en aquel momento nadie las hacía, de modo que sí que me considero un pionero en algunos aspectos.
¿Cómo viviste el relevo en la gerencia de la compañía?
El señor Muñoz fue una persona con una clara visión estratégica, y ejemplo de ello es que montó su primer gran concesionario en una zona donde nadie le aconsejó hacerlo y terminó siendo todo un éxito. Su hijo Vicenç ha heredado la misma capacidad y además tiene mucha iniciativa, no tardó en abrir nuevas instalaciones y cerró acuerdos con nuevas marcas.
¿Cuál ha sido tu peor momento dentro de la empresa?
El momento más doloroso lo viví en 2007, cuando se incendió la concesión Fiat de la que estaba al mando y de la que ya hemos hablado. Ver las cristaleras rotas, las manchas de humo, los espacios quemados… es algo que todavía duele. Recuerdo acceder al concesionario calcinado con Vicenç Muñoz en una fría mañana de enero y, casi al borde de las lágrimas, prometerle que lograríamos ser el mejor concesionario de la marca Fiat en España. Y así ha sido.
Quienes han ocupado tu mismo cargo en otras empresas del sector coinciden en señalar el estrés como uno de los grandes retos al que se han enfrentado. ¿Coincides con ellos? ¿Y cómo has gestionado tú esa parte emocional?
Sí, el estrés está a la orden del día y hay que saber gestionarlo. Por ejemplo, de regreso a mi etapa en la concesión de Fiat, allí tenía unas condiciones de venta que otros concesionarios las tenían mejores por el hecho de ser de la propia marca. Yo no podía llegar a sus condiciones, ni gozar de subvenciones que ellos sí tenían, pero aun así tenía que competir. Este y otros muchos ejemplos me han generado capítulos de frustración y me han hecho no entender por qué no remamos todos siempre en una misma dirección. Supongo que es la llamada ley del mercado.
¿Dejas algún enemigo en este sector?
Estoy convencido de que no, porque me he llevado fantásticamente bien con casi todo el mundo. He tenido la suerte de conocer a delegados que me han ayudado mucho, también a jefes de recambios de otras concesiones, a mecánicos… Creo que dejo un buen recuerdo en la memoria de todos ellos.
Hablando de puro recambio, ¿cómo has vivido su evolución tecnológica? ¿Piensas que estos productos mejoran con cada nuevo desarrollo, o coincides con quienes piensan que su alta carga de tecnología a menudo implica sufrir más averías y una menor durabilidad?
Normalmente, la industria automotriz siempre ha tendido a mejorar sus productos. Sí he visto como algunas empresas realmente grandes han acabado perdiendo la visión del cliente y eso ha repercutido en el lanzamiento de componentes interesantes, pero de poca calidad, algo que el mercado ha penalizado y por lo que han tenido que rectificar. Estas empresas creyeron que el cliente era suyo y que le podían vender lo que quisieran, pero lo cierto es que el cliente no es de nadie y, en el momento en el que no está satisfecho, busca una mejor opción.
Salvo estos casos puntuales, el ritmo de evolución de la automoción es fascinante y yo aún alucino con los vehículos que se fabrican actualmente. Si volvemos al recambio, opino lo mismo: la calidad de las piezas, la manera en la que se envasan o la rapidez con la que llegan, no tiene nada que ver con lo que era considerado normal apenas unos años atrás.
¿A qué se debe esta evolución en positivo del automóvil en general y del recambio en particular?
Pienso que la clave de la mejora continua reside en el cliente. Es él quien pide nuevas funcionalidades, demanda más seguridad y, en definitiva, obliga a los fabricantes a elevar cada vez más sus estándares de calidad. El cliente es la llave de todo, él pone el dinero y toma las decisiones.
Como representante de la posventa marquista, ¿cómo ves tu canal en relación con el de la posventa independiente?
El canal oficial está intentando convertirse, o por lo menos operar, como el independiente. Esto significa tratar de ponerse a su nivel en términos de servicio y también de material. Por su parte, el mercado independiente va muy avanzado y siempre ha ido por delante por su capacidad de combinar servicio, rapidez, calidad y facilidades para el cliente. Paradójicamente, veo la tendencia de este canal independiente a reunirse entorno a grandes empresas y a hacer algunas de las cosas que hace la venta oficial.
¿Qué futuro auguras a nuestro sector cuando ya no formes parte de él?
Lo veo todo muy digitalizado y en manos de Amazon u otras empresas similares. Los coches cada vez se venden más por internet, así como la venta de recambios al consumidor final. Son tendencias que están en auge y que con el tiempo irán a más, quizás hasta llegando a modificar la forma en ha operado tradicionalmente la cadena de valor del recambio.
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