El capó de la mayoría de coches acostumbra a albergar suciedad de todo tipo en su reverso: polvo, restos de aceites, líquidos y otros residuos. Una suciedad que a menudo oculta fugas de fluidos que pueden provocar averías debido al contacto de diversos materiales con los hidrocarburos.
Los amigos de la Central del Recambio Original (CRO) han compartido en su blog algunos consejos y buenas prácticas para el limpiado del motor, para así evitar que la suciedad comentada pueda terminar derivando en complicaciones mayores. A continuación, pasamos a detallar el proceso.
Paso previo
En primer lugar, aconsejan levantar los plásticos embellecedores y valorar qué tipo de suciedad se ha acumulado en el motor para así poder valorar qué tratamiento de limpieza es más conveniente aplicar.
Tras esto, se deben proteger correctamente todos aquellos elementos susceptibles de dañarse en el proceso de limpieza. Hablamos de centralitas electrónicas, conectores eléctricos, filtros, o carburadores si se trata de un vehículo clásico. Una vez protegido, ya podemos proceder a su limpieza.
Tipos de suciedad
1/ Si se trata de polvo y restos de tierra o barro, lo ideal para el limpiado del motor es proceder con agua caliente a presión y un jabón orgánico, pasando la manguera a cierta distancia para no romper nada debido a la presión de agua. Procuraremos siempre mantener el chorro alejado de elementos susceptibles de romperse, pero siendo conscientes de que se deben remojar todos los rincones del vano motor. Al tratarse de polvo y barro o tierra, el agua se irá llevando consigo todos los restos de suciedad acumulada.
2/ Si la suciedad se muestra con aceites y grasas, así como de restos de refrigerante o similares, en primer lugar habrá que calentar el motor poniéndolo en marcha, para que con la temperatura las grasas y aceites que empapan la mecánica se vuelvan más fluidos y sea más fácil limpiarlos. En este caso, el mejor sistema es usar un desengrasante orgánico mezclado en la proporción indicada con agua caliente y aplicarlo a presión, siempre guardando una distancia prudencial.
El desengrasante y el agua caliente poco a poco conseguirán limpiar los restos de los rincones más escondidos de la mecánica, aunque muy probablemente haya que repetir el proceso dos o incluso tres veces para conseguir un resultado óptimo. Hay que pensar que los aceites y grasas suelen mezclarse con el polvo ambiente y crear una especie de engrudo que se adhiere muy fuerte a las superficies rugosas, por lo que resultará más complicado limpiar cuanto más tiempo haga que no se limpia.
Es importante el uso de desengrasantes orgánicos y no disolventes químicos o gasolina, que si bien es cierto que actúan como desengrasantes de máximo nivel, también dañan los componentes de plástico o gomas y con el paso del tiempo se acaban rompiendo, pudiendo ocasionar mayores averías. Después de limpiar con desengrasante, será necesario aplicar abundante agua limpia sobre todas las zonas, con el objetivo de aclarar del todo y evitar que queden restos de desengrasante.
Bajo el capó, siempre limpio
Una buena limpieza periódica de la mecánica del coche es importante. Esto ayuda a observar posibles fugas de fluidos (principalmente aceite y refrigerante). También permite detectar con rapidez posibles averías que en el futuro causarían un daño importante en la mecánica.
Asimismo, un buen limpiado del motor asegura la vida útil tanto de elementos elásticos de goma (soportes motor, fundas de cables, manguitos, etc.) Así como también plásticos (tapas, soportes, conectores eléctricos), dado que los aceites e hidrocarburos degradan el plástico con el paso del tiempo. También algunos sistemas y elementos del motor, como los motores de arranque o alternadores, son muy sensibles a la suciedad y es muy fácil que debido a una fuga de aceite se estropeen y dejen de funcionar.
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