Hace ya 115 años que Bosch patentó la bujía, por lo que cada bujía del fabricante alemán incorpora el resultado de más de un siglo de experiencia en el desarrollo y la fabricación de estos componentes. Durante todo ese tiempo, su tecnología de bujías se ha seguido perfeccionando permanentemente, lo que se ha traducido en la concesión de muchas otras patentes.
Una de ellas es el procedimiento de soldadura láser de onda continua, que se emplea exclusivamente en los procesos de fabricación de Bosch. Este procedimiento hace que el electrodo central se estabilice contra la formación de grietas. Resistiendo elevadas presiones en la cámara de combustión y permitiendo incrementar la vida útil de las bujías.
El Alloy 602, clave para una mayor durabilidad
Para el electrodo central de sus baterías de alto rendimiento, Bosch no solo utiliza un pin de metal noble extremadamente fino sino que también emplea un nuevo material. La aleación de níquel Alloy 602, con más proporción de cromo que las aleaciones de níquel estándar. ¿Su ventaja principal? La resistencia que proporciona frente a la corrosión a alta temperatura, lo cual contribuye a la larga vida útil.
Además, para cumplir con los más estrictos requisitos de calidad, las bujías de alto rendimiento Bosch reciben la llamada verificación “end-of-line”. Al final de su producción todas las bujías de alto rendimiento son verificadas en condiciones similares a las reinantes en la cámara de combustión. Conviene decir que el alemán es el único fabricante con un proceso de estas características.
‘Pole’ para la calidad Bosch
Las bujías de alto rendimiento Bosch se emplean en muchas competiciones de motor como la Fórmula 1, el Campeonato Alemán de Turismos (DTM) o las 24 horas de Le Mans. La confianza de los equipos en sus productos para las distintas competiciones internacionales en las que toman parte refleja no solamente el rendimiento y la fiabilidad de estos componentes, sino la experiencia que Bosch obtiene con estos “laboratorios de desarrollo”, experiencias del mundo de la competición que luego son aprovechadas para la fabricación de componentes en serie.
Un buen ejemplo de ello es el empleo de aleaciones de platino en los electrodos de las bujías. Esta tecnología se utilizó por primera vez en 1970 en Le Mans, en el Porsche 917 que ganó aquella carrera. Desde 1983, estos materiales también se ofrecen en las bujías Bosch de serie y, actualmente, forman parte del estándar técnico general.
Innovaciones como la conexión en vaso o el electrodo de masa soldado de forma orientada, concebidas específicamente para cumplir los exigentes requisitos del deporte del motor, son, asimismo, ejemplos de la tecnología desarrollada para la competición que se han llevado a la producción en serie para turismos.
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