Aunque en la actualidad los frenos más extendidos en el montaje de turismos nuevos son los de disco, algunos coches pequeños equipan frenos de tambor en el eje trasero. Por supuesto, también los montan los vehículos antiguos, una realidad de especial importancia en un parque automovilístico tan envejecido como el español. En este sentido, desde ‘Elige calidad, elige confianza’ (ECEC), iniciativa formada por fabricantes de componentes de automoción de primer nivel, inciden en la importancia de llevar a cabo adecuadas revisiones y mantenimientos sobre los frenos de tambor.
Y es que el cuidado de este tipo de frenos tiene una importancia triple: no solo por la necesidad de cualquier conductor de poder confiar en una frenada adecuada en marcha, sino por la antigüedad del vehículo que los suele equipar y por la probabilidad de que los conductores retrasen la renovación de sus vehículos dado el actual contexto de crisis económica derivada de la pandemia. Todo ello hace aún más importante un «oportuno mantenimiento de los vehículos en pro de la seguridad vial», recuerda la iniciativa de Sernauto.
Cómo y cuándo sustituirlos
ECEC explica que los diferentes elementos que componen un freno trasero (tambor, zapata, cilindro, tensor, muelles y seguros) tienen distinta durabilidad, siendo el tambor el que más dura. No obstante, se trata de una mera curiosidad y la iniciativa recomienda sustituir todos los elementos al mismo tiempo. Igualmente, es importante impregnar una grasa especial de frenos en las partes móviles del sistema.
«Si en una revisión en el taller se observa un tambor oxidado o que presenta grietas, surcos o rayados, es señal de un deterioro que impedirá una frenada eficaz. Así, el freno de tambor debe sustituirse cuando esté deformado, con ranuras profundas o cuando su diámetro interno esté cercano al máximo indicado por el fabricante», indican desde ECEC.
También es determinante un correcto estado de las zapatas que, junto con el tambor, realizan todo el esfuerzo de frenado, especialmente en el freno de estacionamiento. Además, el material de fricción de las zapatas debe cumplir con el Reglamento 90 de la legislación europea y ser respetuoso con el medio ambiente.
Una vez sustituido el conjunto del freno de tambor, y para lograr una frenada eficaz y compensada, será necesario realizar un rodaje de asentamiento, evitando frenazos bruscos durante los primeros 200-500 kilómetros.
Primeras señales de fallo
De media, la duración de un kit de freno de tambor trasero es de 80.000 kilómetros, aunque conviene revisarlo cada 30.000. No obstante, además de atender al kilometraje, se debe prestar atención a ciertas señales de alerta, como:
- Carrera del pedal de freno demasiado larga: puede ser indicio de fugas o agarrotamiento en uno o los dos cilindros de rueda, e incluso la avería del ajustador automático.
- Chirridos provenientes de la parte trasera: indicar que el forro de la zapata se ha desgastado y provoca roce entre el metal y el tambor con el consecuente ruido y defecto en la frenada.
- Desvíos en la trayectoria de la frenada: posiblemente causadas por un funcionamiento incorrecto en uno de los frenos del eje.
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