Ni los esfuerzos de los sindicatos ni las alternativas planteadas desde la Administración han servido de nada: Nissan confirma hoy el cierre de sus instalaciones de Barcelona, con la Zona Franca como buque insignia de su actividad productiva y Montcada i Reixac y Sant Andreu de la Barca como apoyo en el suministro. Una decisión que ha sido comunicada por su consejero delegado, Makoto Uchida, a la ministra Reyes Maroto, y que supone el final de una historia de 40 años de presencia de la japonesa (hoy casi más francesa que nipona) en Cataluña.
En un comunicado, el ministerio ha explicado su intención de tratar de revertir la situación: «Se ha propuesto a la presidencia de la compañía japonesa la creación de un grupo de trabajo para estudiar escenarios alternativos que garanticen la continuidad de la actividad industrial». Además, se alude al plan de viabilidad presentado recientemente a la compañía para tratar de hacerla entender que Nissan Barcelona podría seguir funcionando, aunque de otra manera y bajo otros parámetros.
No obstante, la comparecencia en el día de ayer del presidente de Renault, Jean-Domique Senard, hace pensar absolutamente lo contrario. La alianza Renault-Nissan-Mitshubishi no pasa por su mejor momento, urge una reestructuración de su estrategia industrial y, lamentablemente, los planes del grupo para Nissan parecen no hacer necesaria su presencia en nuestro país.
Según la hoja de ruta de la triple alianza, anunciada en las últimas horas durante la presentación en Tokio de su nuevo plan estratégico, Nissan será la marca de referencia para los mercados de Norteamérica, China y Japón; Renault lo será en Europa, Sudamérica, Rusia y África del Norte; por último, Mitsubishi Motors buscará su sitio en la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN) y en Oceanía.
Movimientos de relocalización con los que las tres marcas buscan elevar hasta el 80% las piezas compartidas por todos sus modelos (actualmente son el 40%) y pasar de ocho a cuatro las plataformas sobre las que se sustenta su gama de vehículos, lo que supondrá una reducción del 20% en la oferta de modelos. En el caso del segmento de los SUV compactos, uno de los de mayor éxito en estos momentos en Europa, el ahorro alcanzaría los 2.000 millones de euros en los próximos años.
En Cataluña, la japonesa emplea a casi 3.000 personas de forma directa y a unas 20.000 de forma indirecta, según los sindicatos. Unos sindicatos que ya llevaban mucho tiempo remando en contra (la planta trabajaba al 30% de su capacidad y sus trabajadores sufrieron recientemente un ERE que supuso la prejubilación de unos 600 empleados) y para los que el anuncio de Nissan en el día hoy supone, aunque ya temido y esperado, un fuerte varapalo.
Frank Torres, vicepresidente ejecutivo de Nissan para Rusia, gestionará el proceso de consultas, función que se añadirá a sus responsabilidades actuales en dicho mercado. En paralelo, mientras dure el proceso, también asumirá la responsabilidad de todas las operaciones industriales de Nissan en España. En cuanto a su presencia en el mercado, desde Nissan Iberia han querido recordar que se mantienen sus operaciones comerciales y su amplia red de concesionarios, siendo España «uno de los mercados más importantes para la marca en Europa».
El coste milmillonario de echar la persiana
«No se va a encontrar una actitud fácil ni pacífica de las administraciones, esto no es una situación amistosa», indicó Raül Blanco, secretario general de Industria y Pyme, en una rueda de prensa online celebrada esta misma semana para tratar el tema.
Y es que, según el portavoz del Gobierno, si no prospera el diálogo ni ninguna de las alternativas que desde las autoridades se están ofreciendo para garantizar el futuro de los trabajadores, la decisión de abandonar Cataluña supondría para el fabricante de coches tener que gastar más de 1.000 millones de euros entre indemnizaciones a los empleados directos y otras compensaciones estipuladas por contrato a proveedores, así como por los terrenos. La japonesa también podría tener que lidiar con posibles devoluciones de ayudas públicas recibidas en los últimos años.
«Nissan no ha invertido en la planta en los últimos diez años, está como cuando se incorporó la furgoneta NV200. Pero es plenamente competitiva si se le dota de carga de trabajo e inversiones necesarias para los próximos 10 años», sostenía Blanco con cierto optimismo a principios de semana. Pero, a falta de conocer más detalles sobre esos movimientos a la desesperada por parte de nuestros responsables políticos, todo hace pensar que nada cambiará y que el de Nissan en Barcelona es un punto y final.
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