Internet tiene muchas ventajas, -todo el que utiliza la red lo sabe-, pero también algunos inconvenientes, entre ellos la extensión de comentarios, opiniones e incluso bulos, cuya difusión e impacto no se justifican por falta de argumentaciones sólidas pero que, por esa tendencia que tenemos los humanos de quedarnos con las frases más llamativas o las tesis más demagógicas, tienen un efecto multiplicador enorme y, en algunas ocasiones, la capacidad de generar alarma social.
Eso es lo que está pasando con diferentes informaciones que auguran un futuro del taller desalentador como consecuencia del cambio tecnológico en el automóvil.
Independientemente de que nadie tenemos una bola de cristal y de que mañana mismo una revolución tecnológica o una catástrofe medioambiental pueden alterar de un plumazo el mundo en el que nos movemos, CONEPA considera importante aportar unas pautas para ayudar a los asociados a afrontar su futuro.
Verdades como puños:
-Vivimos en un entorno cambiante, con rápida evolución y mucha incertidumbre, como el resto de los sectores que componen nuestra sociedad. Los talleres no somos diferentes, ni vivimos con peores perspectivas que la mayor parte de los colectivos que operan en la sociedad actual.
–El parque de vehículos al que damos servicio es todavía un parque “convencional”, a pesar de que cada día incorpore mayores sistemas electrónicos de ayuda la conducción. Incluso la práctica totalidad de los coches que se matriculen este año y durante los próximos serán vehículos similares a los que se han venido poniendo en el mercado en los últimos ejercicios. Por lo tanto, el paso de la tecnología actual al vehículo del futuro se irá haciendo de manera paulatina, dando tiempo al sector a adaptarse.
-El sector de la reparación y el mantenimiento de vehículos ha sabido adaptarse a los numerosos cambios en la movilidad social a lo largo de su historia. Los primeros talleres de automóviles fueron herederos de los reparadores de carros y, más recientemente, ¿alguien se acuerda de la revolución que supuso la electrónica en el último cuarto del siglo pasado?
-Aunque vivamos en un mundo caracterizado por la digitalización, hay que considerar ésta en todas sus facetas (organización interna, marketing y relación con el cliente) no como un fin, sino como un medio para hacer más eficaces nuestras tareas (administrativas, organizativas, de comunicación, etc): cada empresa debe valorar en qué medida y con qué velocidad adopta nuevos sistemas de trabajo en función de sus necesidades concretas y de sus objetivos.
–Hay sitio para los pequeños en la sociedad actual. Mejor dicho, si no hay sitio para los pequeños, no hay sitio para nadie. En economías globalizadas como las de nuestro entorno, las Pymes siguen siendo las principales generadoras de riqueza y empleo. En un momento en el que el emprendimiento está de moda, los talleres son un buen ejemplo de sector emprendedor. Eso no quiere decir trabajar en solitario, sino apoyarse en la fortaleza de la unión, otro ejemplo más que nuestro colectivo ha entendido (y no hay más que pasar revista a la cantidad de redes, franquicias y abanderamientos puestos en marcha en los últimos 20 años).
Las claves del futuro son las de siempre:
–No podemos cerrar los ojos a los cambios, ni ir contra natura de la evolución social, porque, casi siempre, tiende a la mejora y a la racionalidad. No podemos cerrar los ojos a que los vehículos deben ser menos contaminantes y más seguros. Si alguien corre ese riesgo, solo tiene que pensar en sus seres queridos y lo que desea para ellos.
-La formación es básica para cualquier empresa y más para las tecnológicas y el taller lo es. El reciclaje formativo continuo de las personas y la inversión en equipamiento son fundamentales. ¡Una pena que la Administración no nos apoye en ello! Pero seguiremos insistiendo.
-Estar bien informado es clave para tomar buenas decisiones. Hay que dedicar tiempo a ver lo que pasa alrededor, analizarlo y actuar con estrategia. Cerrar los ojos y esperar a que la corriente te lleve es optar por la peor de las incertidumbres. Hay que sacar tiempo para leer, para preguntar dudas, para pedir consejo (y las asociaciones estamos encantadas de hacer esa función en las cuestiones que nos competen). Hay que hablar de futuro y confiar en el futuro.
-Nuestras empresas deben ser rentables. Si no lo son, cerraremos y, en ese camino, también podremos arrastrar a otros al cierre. Hay que saber decir NO, siempre que se considere que esa es la mejor opción para la empresa y se tenga en cuenta que otros dirán SÍ. Vivimos en un mercado muy competitivo, apoyado en leyes que estimulan esa competencia en todos los campos. Es una regla del juego básica que hemos de asumir. Podemos no entender lo que hace el competidor que abre las puertas en nuestra misma calle, pero está en su derecho de actuar como considere más oportuno. Cada uno tenemos nuestra propia visión del mundo.
-El cliente, en el centro de todo. Vivimos de él. ¿Le conocemos lo suficiente? Preguntemos qué necesita. El 70 por ciento de los clientes de los talleres son habituales. En el reinado de internet, la proximidad física y la confianza en un taller concreto son los elementos fundamentales en la decisión del automovilista. Este es el que va a decidir finalmente cómo va a ser el taller del futuro.
En resumen, el futuro del taller está ahí para todos, con el índice de incertidumbre que siempre tiene. Es muy fácil decir que no hay que tener miedo, pues este es un sentimiento irracional en muchas ocasiones. Lo importante es que no nos paralice y nos impida tomar decisiones (buenas o malas, pero las que no se toman son siempre malas).
Por otra parte, estamos seguros de que nuestros proveedores (fabricantes de recambios, de equipos de taller, suministradores de información técnica, etc) nos van a acompañar en esta carrera común por el futuro.
En la medida de nuestras posibilidades, CONEPA y sus asociaciones miembro les seguirán apoyando en todo lo que puedan. Hay oportunidades para los que las encuentran… después de haberlas buscado.
Ramón Marcos Fernández
Presidente
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